Sobre la supuesta oposición falangista al régimen de Franco
Desde los finales del franquismo y los inicios de la transición,
diversos grupos falangistas han reivindicado una supuesta oposición
falangista al régimen de Franco, que enlazaría con la figura de Hedilla
(condenado a muerte y después indultado por oponerse al decreto de
unificación) y que culminaría con la creación del partido Falange
Española Auténtica, que se reclamaba demócrata y antifranquista.
Resulta chocante que en la literatura y los escritos producidos por
estos sectores falangistas «disidentes» no se den practicante
referencias del «grupo de Burgos», personalidades falangistas que se
reúnen en esta ciudad castellana bajo el liderazgo incuestionable de
Dionisio Ridruejo, aun no terminada la guerra civil. El grupo de Burgos
no solamente agrupa a las personalidades intelectuales más brillantes de
falange (poetas como Ridruejo, Rosales o Vivanco; intelectuales como
Laín o Tovar; novelistas como Torrente Ballester), sino que algunos de
sus miembros protagonizarán enfrentamientos directos o indirectos con el
propio Franco (carta de Ridruejo a la vuelta de Rusia; incidentes en la
Universidad de Madrid en 1956) mucho antes que la «oposición
democrática» soñara siquiera en hacer algo parecido.
Ahora que corren vientos favorables a la «recuperación de la memoria
histórica» pienso que sería bueno «recuperar» históricamente al grupo de
Burgos. Hay un pequeño problema: a pesar de la evolución posterior (muy
posterior) de muchos de sus miembros hacia otras posiciones políticas,
los miembros del grupo de Burgos eran inequívocamente fascistas.
Que los primeros opositores a Franco fueran fascistas no encaja
demasiado con los estándares de la corrección política, para los cuales
la palabra fascista ha dejado de ser la palabra que designa una
ideología (o un conjunto de ideologías) que aparecieron en la Europa de
entreguerras, para convertirse en un insulto (más que un insulto, una
descalificación ritual), que puede aplicarse a grupos o personas
absolutamente dispares (Franco, Sadan Hussein, Aznar, Pinochet, la ETA,
&c.).
La «recuperación» de la historia trae sorpresas.
Formación del grupo de Burgos
Los antecedentes del grupo de Burgos hay que buscarlos en la revista Jerarquía,
editada en Pamplona por el sacerdote Fermín Yzurdiaga, delegado
nacional de prensa y propaganda de Falange. En esta revista, de la cual
se editaron solamente cuatro números, encontramos diversos
colaboradores, muchos de los cuales veremos poco después en el grupo de
Burgos: Pedro Laín, Torrente Ballester, Ángel María Pascual, Luis Felipe
Vivanco, Luis Rosales, Rafael García Serrano, sin olvidar a Eugenio
D'Ors.
El 9 de marzo de 1938, ya constituido el primer gobierno de Franco, y
gracias al apoyo de Serrano Suñer, Dionisio Ridruejo tomó posesión del
Servicio Nacional de Propaganda y se instaló en Burgos. En torno a
Ridruejo, líder indiscutible del grupo, se agrupan personajes que ya
habían estado en la redacción de Jerarquía, tales como Laín, Torrente, Vivanco, Rosales{1}, y nuevas incorporaciones como el grupo de catalanes que editaban en Burgos el semanario Destino, Ignacio Agustí, José Vergés, Javier de Salas y Juan Ramón Masoliver.
El grupo de Burgos se consolida rápidamente, tanto desde el punto de
vista ideológico y político, como en el personal (allí se fraguan
amistades que durarán toda la vida). Como grupo que aspira a ser «clase
política dirigente» del Nuevo Estado se caracteriza por una ideología,
una estrategia y una táctica.
La ideología del grupo es el nacional-sindicalismo radical{2}. En este sentido el autentico intelectual orgánico del grupo es Pedro Laín Entralgo{3}, que desarrolla sus tesis en tres obras fundamentales: Los valores morales del nacional sindicalismo; La generación del 98 y España como problema. El discurso ideológico de Laín arranca de las tesis históricas desarrolladas por Ramiro Ledesma en su Discurso a las Juventudes de España:
más que de una «decadencia» hay que hablar de una derrota de España. En
el siglo XVII España fue derrotada, no por Europa, sino por la Reforma
Protestante y por Inglaterra. Como consecuencia de esta derrota España
se encerró en si misma, y la modernidad se construyó a sus espaldas.
En el siglo XIX, cuando las grandes naciones europeas (Francia,
Alemania) construían sus Estados Nacionales, España está inmersa en una
«pugna estéril, entre los tradicionalistas que no saben ser actuales, y
los liberales que no quieren ser españoles». Ya en el siglo XX España
aparece desgarrada por una triple división: la de los partidos, la de
las clases sociales y la de los territorios. A todo ello hay que añadir
la amenaza de la revolución comunista, que para los falangistas era
«justa en sus orígenes», pero desviada por su ideología y su
trayectoria.
España es, pues, un problema. La simple victoria militar no es la
solución, sino únicamente una premisa o condición para que la solución
pueda ensayarse{4}.
La solución en la revolución que propugna la falange y la construcción
del Estado Nacional Sindicalista. Este estado realizará la misión de
integrar a todos los españoles en el terreno nacional, social y
cultural.
En el terreno nacional por la creación de mecanismos de
participación, movilización y encuadramiento alternativos a la
democracia liberal, y con una especial atención a territorios, como
Cataluña, donde el separatismo estaba (y está) más arraigado. A la
simple represión Laín opone la formula orteguiana del «proyecto
sugestivo de vida en común».
En el terreno social el proyecto falangista radical propone la
creación de una potente organización sindical que, de hecho, dirija la
vida económica del país. Esta idea de los social no tiene nada que ver
con la simple idea de «asistencia social» («caridad» en versión
cristiana, o «solidaridad» en versión progre). De hecho no es una idea
«social» sino «política», que, de haberse realizado, habría sido
auténticamente revolucionaria{5}.
En el terreno cultural se propone la integración en una «cultura
nacional» de todos los autores, escritores, poetas y artistas que de una
manera o de otra, y vengan del bando que vengan, hayan «sentido» a
España. Menéndez Pelayo y la generación del 98 (así como Ortega y
Gasset) son las líneas fundamentales de este proyecto, y la
«recuperación» del poeta republicano Antonio Machado{6} una de las metas más acariciadas. El proyecto cultural del grupo se concretaría en la revista Escorial.
Este proyecto político, que responde al «problema» de España, tiene
proyección Europea. La síntesis nacional que la falange representa en
España se está produciendo también en otros países Europeos, aunque con
otras peculiaridades. En abstracto sería la síntesis entre lo nacional y
lo social.
Para Laín la «moral nacional» se expresó por primera vez en la historia en la batalla de Valmy, en el grito francés de ¡vive la nation!
Hay aquí una lectura positiva de algunos aspectos de la Revolución
Francesa. La «moral del trabajo», que sería el otro polo dialéctico de
esta síntesis hay que buscarla en los distintos movimientos socialistas.
A la síntesis Laín le da el nombre genérico de «Estado
nacional-proletario». En otras palabras, el proyecto falangista radical
es la versión española de un movimiento que se está dando en toda
Europa: el fascismo.
La estrategia política del grupo de Burgos, al menos en esta primera
etapa, se vincula a la trayectoria política de Ramón Serrano Suñer,
cuñado de Franco, y personaje de gran influencia en este primer
franquismo. La estrategia política de Serrano, y por tanto del grupo de
Burgos, se fundamentaba en los siguientes proyectos:
·La entrada de España en la segunda guerra mundial junto a las
potencias del Eje. La guerra aceleraría la «falangización» del Estado, y
la victoria del Eje aseguraría su proyección internacional en la «Nueva
Europa». En esta línea hay que interpretar el famoso discurso de
Serrano Rusia es culpable. El proyecto fracaso. Franco prefirió
la solución de la «División Azul». Por una parte se quitó de encima a
los falangistas más radicales; por otra se mantenía en una posición
ambigua, que le permitiría sobrevivir ganara quién ganara la guerra.
·Construir la arquitectura del «Nuevo Estado» según el modelo
fascista: partido único que controle al gobierno (FET y de las JONS) y
una poderosa organización sindical (dirigida por falangistas) que
controle la economía. Este proyecto también fracasa. Ridruejo se
enfrentó duramente en dos ocasiones a Pedro Sainz Rodríguez, ministro de
educación y principal representante intelectual del grupo de Acción Española.
La primera vez fue en la redacción del «Fuero del Trabajo». Ante las
propuestas de Ridruejo, Sainz Rodríguez le espetó «pero eso es la
revolución»; el poeta soriano le contestó «naturalmente, no se trata de
otra cosa». La segunda ocasión fue cuando se discutían el borrador de
los nuevos estatutos de FET y de las JONS: en esta ocasión intervino el
propio Franco desautorizando de Ridruejo.
·En el terreno sindical fue importante la ofensiva desarrollada por
Gerardo Salvador Merino, Delegado Nacional de Sindicatos desde
septiembre de 1939, camisa vieja y muy próximo a Serrano y Ridruejo.
Para Salvador el aparato sindical debía tener la supremacía en el orden
económico, así como el «partido» debía tenerla en el político. La
creciente capacidad de encuadramiento y movilización de masas por parte
de la central nacional-sindicalista eran vistas con desconfianza desde
otros sectores del régimen, especialmente los militares, que acabaron
bloqueando el proyecto.
En términos generales la estrategia política de Serrano y del grupo
de Burgos para el control del Nuevo Estado fue un fracaso, incluso antes
de la derrota del Eje en la segunda guerra mundial, lo que no significa
que durante unos años no ocuparan parcelas importantes de poder.
Su principal táctica de actuación en estos años fue incidir en los
aspectos estéticos y de propaganda, con la idea, equivocada, de que una
fascistización exterior del régimen acabaría produciendo de manera
automática, una fascistización interior. Olvidaron la distinción que
Ramiro Ledesma había establecido en su libro ¿Fascismo en España?, entre «fascista» y «fascistizado».
Pero incluso en este terreno tuvieron sus limitaciones. A Franco le
convenían algunos aspectos de la fascistización (mientras había
esperanza de la victoria del Eje), pero no otros. Las concentraciones de
masas, las grandes escenografías, la exaltación de su caudillaje no
solo eran permitidas, sino alentadas. La campaña de propaganda que
Ridruejo había preparado para Cataluña, en catalán, en que se insistía
en la «liberación» y, sobretodo, la dirigida a los sectores obreros de
la capital catalana, para atraerlos al nacional-sindicalismo, fue
bloqueada por orden del general Eliseo Álvarez Arenas, jefe de los
Servicios de Ocupación.
El primer intentó de acción política del grupo de Burgos para la
«conquista del estado» fue un fracaso. La derrota del Eje y la caída
política de Serrano Suñer desactivó al grupo. En la década de los 50, y
bajo la protección del ministro de Educación Joaquín Ruiz Giménez el
grupo de Burgos volverá a tener protagonismo. La estrategia y la táctica
serán diferentes, pero la ideología será la misma. Pero mientras ha
ocurrido un suceso importante: la rotura de Ridruejo con Franco.
Ridruejo contra Franco
El día 4 de agosto de 1941 Ridruejo participó en una emisión de Radio
Berlín, en la que justifica la participación española en la guerra;
después partió para el frente. Se ha especulado mucho sobre la
influencia de la guerra en Ridruejo, sobre sus motivaciones personales,
sobre su «complejo» por haber pasado la guerra civil en la retaguardia,
sobre el reflejo de la guerra en su obra poética (cuadernos de Rusia). Se ha hecho comparaciones con Jünger (Tempestades de acero). Pero hay un mito absolutamente falso a refutar: el Ridruejo que se va a Rusia siendo fascista y vuelve «demócrata».
Los defensores de este mito tienen un argumento «incontestable»: al regresar de Rusia Ridruejo se enfrentó a Franco, luego
regresó convertido a «demócrata» y «pacifista». La realidad es
justamente al revés: Ridruejo regresó más convencido que nunca de sus
ideales nacional–sindicalistas. Al comprobar el divorcio entre estos
ideales y la realidad del régimen es cuando decide romper con el mismo.
En mayo de 1942, poco después de su regreso de Rusia, Ridruejo fue
recibido por Franco. En esta entrevista se mostró bastante crítico con
la situación, especialmente con lo que él consideraba una corrupción
rampante, visible por todas partes. A principios de verano Ridruejo se
entrevisto con Arrese, a la sazón secretario general de FET y de las
JONS, y buen representante de la posición oportunista. Absolutamente
decepcionado por estas entrevistas, Ridruejo decidió romper con el
régimen.
El 7 de julio de 1942 Ridruejo envió a Franco una carta de una
valentía poco usual. Es difícil imaginar que el general a lo largo de su
trayectoria como Jefe de Estado recibiera otra carta de una crudeza tan
franca. El contenido de la carta era tan duro que la decisión de
distanciarse de los estamentos oficiales del régimen que en ella se
manifestaban no podían tener ya marcha atrás. Destaquemos algunos
párrafos:
Todo parece indicar que el Régimen se hunde como empresa,
aunque se sostenga como «tinglado»[...] ¿Piensa V.E. que desgracia mayor
podría yo tener, por ejemplo, que la de ser fusilado en el mismo muro
que el General Várela, el Coronel Galarza, D. Esteban Bilbao o el Sr.
Ibáñez Martín? No se trata de no morir. Pero ¡Por Dios¡ no morir
confundido con lo que se detesta [...] Esto no es la Falange que
quisimos ni la España que necesitamos.
No todos los miembros del grupo de Burgos tuvieron el valor de
Ridruejo. Tovar y Laín, por ejemplo, se retiraron discretamente a sus
cátedras universitarias en espera de mejores tiempos. Ridruejo, que no
tenía otra profesión que la de poeta, y que ni siquiera había terminado
sus estudios de derecho, al dejar todos sus cargos oficiales, quedo en
una posición personal precaria.
El 16 de agosto del mismo año tuvieron lugar los «sucesos de Begoña».
En un acto celebrado en el santuario de la Virgen de Begoña (Vizcaya)
se produjeron incidentes entre falangistas y requetés. El inspector
nacional del SEU, Juan Domingo Muñoz, acusado de haber arrojado una
granada, y de ser «agente de los ingleses» fue condenado a muerte, y la
sentencia se cumplió a pesar de las intensas gestiones que numerosos
dirigentes falangistas realizaron ante Franco para que la pena fuera
conmutada{7}.
El resultado de la crisis fue el abandono definitivo de la política
por parte de Serrano Suñer. Dionisio Ridruejo, aunque no había tenido
nada que ver con todo este asunto, fue detenido y confinado, primero en
Ronda y después en Cataluña. Ridruejo puede ya considerarse un
«antifranquista», pero sigue siendo falangista. Por estas fechas
escribió a Serrano: de la Falange esencial no me voy.
Años 50: el grupo de Burgos vuelve a la carga
En julio de 1951 Franco realiza un amplio cambio gubernamental, dando
entrada a Joaquín Ruiz Jiménez en el Ministerio de Educación Nacional,
cargo que hasta el momento había estado siempre copado por hombres
vinculados a Acción Española y/o a su continuación natural, el Opus Dei. Como señala Morente{8}
este personaje es normalmente identificado como «católico», pero esto
no es decir nada (todos los miembros del grupo de Burgos eran
católicos). Ruiz Jiménez era falangista, y no tenía ninguna conexión con
el Opus Dei ni había estado vinculado a Acción Española.
Bajo el paraguas de Ruiz Jiménez (como antes fue el de Serrano) los
miembros del grupo de Burgos darán su última batalla para reorientar al
régimen desde dentro. La ideología del grupo sigue siendo el falangismo
radical, cada vez más alejado del «falangismo oficial». La estrategia y
la táctica van a ser muy diferentes. El objetivo ya no es la ocupación
del estado, sino la agitación cultural y universitaria, el entrismo en
las instituciones educativas, y el intentar ponerse al frente de una
larvada agitación universitaria que ya se adivinaba. En definitiva, un
programa gramscista que, años más tarde, llevarían a cabo los comunistas
con notable éxito.
Ruiz Giménez ofreció a Laín la subsecretaria del Ministerio, que este
rechazó, pero aceptó el cargo de rector de la Universidad Complutense
de Madrid. Antonio Tovar (otro miembro del grupo de Burgos) se hizo
cargo del rectorado de la Universidad de Salamanca. Otros cargos de
importancia del Ministerio fueron ocupados por falangistas próximos a
los planteamientos del grupo de Burgos. Ridruejo no ocupó ningún cargo,
pero aprovechando las tribunas que su condición de notable periodista y
escritor se le ofrecían, saltó una y otra vez a la palestra para
batirse en defensa de la política que se venía impulsando desde el
Ministerio por sus amigos Laín y Tovar.
¿Quiénes eran los principales adversarios del proyecto Ruiz Giménez? Los herederos del catolicismo integrista de Acción Española, que ahora formaban en una generación intelectual agrupada en torno al Opus Dei, y que tenían a Rafael Calvo Serer{9} y a Florentino Pérez Embid como máximos referentes intelectuales.
La batalla política tuvo su proyección intelectual. A la publicación de la obra de Laín España como problema en 1948, contestó Calvo Serer con España sin problema en 1949, título que ya por si mismo era una bofetada hacia Laín{10}.
Durante algunos años la labor cultural, política e ideológica del
grupo fue continua, desde tribunas muy variadas. En el ámbito
universitario los candidatos falangistas procedentes del SEU comenzaron a
ganar cátedras con una proporción que hasta entonces no se había dado.
Ello coincidía con una frenética actividad de las revistas
universitarias falangistas, donde hacían sus primeras armas una nueva
generación de jóvenes militantes que dejaban ver el creciente
descontento de los que habían sido socializados en la idea de una revolución nacional que no veían plasmarse por ningún lado.
A otro nivel hay que citar la aprobación en 1953 de la Ley de
Ordenación de la Enseñanza Media, que mejoraba sustancialmente la ley de
bachillerato de 1938. Se pretendía aumentar el control del Estado sobre
la enseñanza privada (que por aquel entonces era toda religiosa). La
ley tuvo la oposición frontal de los opusdeistas, con el apoyo de la
jerarquía eclesiástica, y significo un importante desgaste político para
Ruiz Jiménez.
La vida universitaria se caracterizó en este periodo por una
creciente efervescencia política. Una causa de fondo del creciente
descontento de los estudiantes era el cada vez mayor paro académico,
es decir, las dificultades de los licenciados para conseguir trabajo,
consecuencia, en parte, de una Administración bloqueada en la década
anterior por todos aquellos que aduciendo méritos de guerra (reales o
ficticios) se habían apoderado de cargos y puestos de trabajo en todos
los niveles de aquella.
Otro factor que impulso la agitación estudiantil fue la propia
actitud del SEU. Para recuperar terreno en Sindicato potenció su
actividad asistencial, al tiempo que daba a sus revistas y publicaciones
un tono más crítico y combativo, siempre desde la perspectiva del
nacional-sindicalismo radical, y con el apoyo decidido de rectores como
Laín o Tovar.
El ambiente se calentó de forma notable en enero de 1954, cuando el
SEU convocó una manifestación estudiantil para protestar contra la
visita de la Reina de Inglaterra a Gibraltar. La manifestación fue
disuelta de forma violenta por la policía. Los estudiantes se indignaron
contra la dirección del SEU que los había convocado. El dirigente del
SEU, Jordana de Pozas, tuvo que ser rescatado de una asamblea
universitaria por el propio Laín Entralgo, cuando los seuisatas habían perdido completamente en control de la situación.
Laín pactó con el ministro de la Gobernación, Blas Pérez, que la
policía no entrara en la Universidad, y logró pacificar la situación con
una intervención personal en una asamblea en la que participaron entre
dos y tres mil estudiantes, aunque con cierta merma de su prestigio
entre la masa estudiantil. Mientras está apareciendo otro protagonista
colectivo: el primer núcleo de activistas comunistas, formado por Javier
Pradera, Enrique Múgica, Ramón Tamames y Fernando Sánchez-Dragó{11}.
Estos activistas trabajaran para poner a los estudiantes contra el SEU y
para desbordar la situación y que los falangistas pierdan el control de
la misma.
El detonante final de la crisis política se produjo con la
prohibición, por parte de las autoridades, del Congreso de Escritores
Jóvenes, cuyos hilos movían los falangistas y que contaba con el apoyo
explícito de Ridruejo. El núcleo comunista aprovechó el descontento para
proponer la convocatoria de un Congreso Nacional de Estudiantes, que se
convirtiera en el único órgano legítimo de representación estudiantil.
A partir de aquí aparece un nuevo actor, la «falange» oficial, es
decir, la vinculada a la estructura del Movimiento. El día 7 de febrero
un grupo uniformado de la Centuria 20 de la Guardia de Franco interrumpe
violentamente las elecciones de representantes estudiantiles de la
facultad de Derecho. El día 8 se repiten los incidentes. Parece ser que
muchos de los que participan en el asalto no eran estudiantes, y en el
curso del mismo es agredido el decano de la facultad, el falangista
Manuel Torres López. Los estudiantes responden destrozando el local del
SEU.
Estas actuaciones son desastrosas para la estrategia del grupo de
Burgos. El movimiento estudiantil se les escapa completamente de las
manos. Por si fuera poco el día 9 de febrero se producen enfrentamientos
en la calle, y muere de un disparo Miguel Ángel Álvarez Pérez, de
diecinueve años, miembro de la Centuria «Álvarez de Sotomayor» de las
Falanges Juveniles de Franco. Nunca se ha aclarado de donde vino el
disparo, aunque según el médico que lo operó este se había realizado
desde detrás, lo que hace plausible la hipótesis del disparo accidental
de alguna arma que portará algún camarada suyo, o de la policía. Resulta
improbable que los estudiantes movilizados por los comunistas portaran
armas.
La lectura que el Régimen hizo de los sucesos de Madrid fue
inequívoca: detrás de todo ello estaban los comunistas. En esta lectura
participaban no solamente los integristas del Opus Dei, sino también
muchos falangistas del Movimiento. Girón de Velasco habló de una conjura
de «marxistas y monárquicos{12}».
Fue así a partir de este momento. La caída de Ruiz Giménez, la dimisión
de Laín y Tovar, el encarcelamiento de Ridruejo y la disolución del SEU
abortan completamente el intento del falangismo radical de dirigir, o
al menos participar, en el movimiento estudiantil.
El vacío dejado por el falangismo radical en la Universidad española
será ocupado por el renaciente partido comunista, que a lo largo de las
décadas de los 60 y 70 practicó con éxito la política de entrismo y
agitación cultural que en su momento intentó el grupo de Burgos. Esta
fue la universidad que muchos conocimos.
Si hubo una disidencia falangista a Franco, esta fue la del grupo de Burgos. Lo demás son cuentos de viejas.
Notas
{1}
Rosales fue amigo personal de Garcia Lorca, al que intento salvar la
vida ocultandolo en su propia casa. Al final el poeta sevillano seria
asesinado por orden de un dirigente local de la CEDA con el apoyo de los
militares.
{2} Francisco Morente, en su libro Dionisio Ridruejo, del fascismo al antifranquismo
distingue tres «familias políticas» entre los falangistas durante la
guerra civil y el primer franquismo: la radical, capitaneada por Serrano
Suñer, la más proxima a los fascismos europeos , que aspira a construir
el Estado Nacional-Sindicalista sin concesiones; los «legitimistas»,
formadas por personas proximas al entorno personal de José Antonio Primo
de Rivera, como su hermana Pilar o José Antonio Girón, que aspiran
unicamente a parcelas de poder e influencia en el Nuevo Estado, y los
«oportunistas» que aspiran a hacer carrera personal, poniendo la Falange
al servicio de Franco sin contrapartidas políticas, como Arrese o
Fernández Cuesta.
{3} Que ha sido uno de los intelectuales españoles más egregios del siglo XX
{4}
En este punto es donde se aprecia de formsa más nítida la diferencia
del grupo de Burgos con otro grupo de intelectuales muy influyente en el
franquismo, el de Acción Española, es decir los discípulos de Ramiro de Maeztu, que después constituiran el Opus Dei.
{5}
Que fuera o no viable desde el punto de vista económico es otra
cuestión. Ni Laín ni ningún otro miembro del grupo de Burgos era
economista.
{6} Algunos de los poemas de Antonio Machado sobre Castilla podrían haber sido escritos por un falangista.
{7} Juan Domingo Muñoz fue el único falangista fusilado por Franco.
{8} Dionisio Ridruejo: del fascismo al antifranquismo, Ed. Síntesis, Madrid 2006, pág. 381.
{9}
Este personaje, después de su defensestración política, empezó a hablar
de la «tercera fuerza» y del centrismo. Sus ideas se plasmarían más
adelante en la formación de la UCD.
{10} Ver la obra de José Luis Villacañas, Ramiro de Maeztu y el ideal de la burguesia en España, Espasa Forum, Madrid 2000, págs. 450-473.
{11} Fernando Sanchez Dragó Muertes paralelas, Planeta, Barcelona 2006.
{12} Es evidente que en estos incidentes los monarquicos no aparecen por ninguna parte.